De acuerdo a Chagollán (2006), la educación ambiental no
es un campo de estudio como la Ecología, aún así, se toman conceptos de esta
para comprender mejor algunas distinciones en el ambiente. Por otra parte,
Flores (2013) opina que la educación ambiental no se origino en la escuelas o
instituciones académicas sino en los movimientos pro-ambientalistas realizados
en las diversas comunidades especialmente las rurales, incidiendo un cambio en
los hábitos, valores y comportamientos hacia el medio natural.
La educación ambiental para varios autores (Laguna y
Cruz; 2000., Valdés; 2001., García; 2005., y otros) se observa como un proceso
educativo integral, continuo, dinámico, reflexivo, creativo, flexible,
permanente, para formar valores, actitudes, respeto, pensamiento critico,
adquirir conocimientos, desarrollar habilidades, de igual forma, realizar una armonización
de las relaciones del hombre en sociedad e individual con el medio natural, en
el cual vive diariamente.
Así pues, mantiene una amplia relevancia a nivel
educacional. En este sentido, en varias oportunidades, cuando se estudian contenidos ambientales en
materias de la escuela secundaria, como Biología, donde se estudian diversas
áreas como la Ecología con un enfoque ambiental, no suelen trabajarse
conceptos, principios y procedimientos ecológicos a profundidad, para que los estudiantes puedan realizar una
distinción adecuada.
En este orden de ideas, vale destacar que en los
distintos contenidos de Biología, los estudiantes demuestran detección de
preconcepción relacionados a algunos conceptos ecológicos, como lo muestran Milillán
y col., 2006. En su publicación, se
presenta un recorrido bibliográfico de algunos trabajos y artículos en relación
con los pensamientos sobre la fotosíntesis y respiración, demostrando que
existen dificultades en la compresión de conceptos biológicos la cual tienen
muchos orígenes, mencionando profesores, diseños curriculares, entre otros.
Bajo
el contexto de los anteriores párrafos, la educación ambiental se ubica en un podio
indiscutible, en función de su enseñanza, sin embargo, se debe manifestar la preocupación
de su aprendizaje. Es cierto, la función o la formación que pretende hacer es primordial,
aún así, el nivel de compresión con respecto a los términos ecológicos socializados
con los estudiantes, deben ampliarse y profundizarse desde un sentido científico.
Puesto que, la educación ambiental como
lo señala Flores (2013) “tiene como objeto de
estudio las relaciones del ser humano con el medio ambiente”, es incuestionable
el comprender, al menos, los conceptos básicos que se han encargado estudiar
otras campos, como la Ecología.
Como reflexión final, vale señalar
que uno de los desafíos de los docentes, hoy en día, es realizar una adecuada
selección de contenidos que al socializar, desde las actividades escolares,
permitan la construcción de saberes académicos. Para ello, una tarea ardua e
importante es comprender que en la base de distintas disciplinas científicas se
ubica una serie de conceptos que forman el armazón en la cual se sedimentan y
construyen todos los demás (Bermudez y De longhi, 2006).
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