martes, 29 de diciembre de 2015

Stephen Jay Gould y el creacionismo



            “Cuando pienso que estamos entrampados nuevamente en la misma     lucha por una de los conceptos más documentados, más convincentes      y excitantes de toda la Ciencia, no sé si reír o llorar.”

            Gould, al igual que muchos evolucionistas, reflexiona y comprende, por qué cuestiones tan maravillosas como la naturaleza, deben ser entendidas como un misterio, si en cambio, al ser detallas, caracterizadas, estudiadas, analizadas, observadas de forma pesquisas, denotan aun más maravilla y asombro. Al momento de descubrir animales como “Mariapalito”, que cuenta con un cuerpo similar a una rama de un árbol o arbusto, para camuflarse de sus depredadores, vemos a un animal que podría quebrarse con una facilidad pero dicha característica le permite sobrevivir en un ambiente natural. Esto, si causa maravilla, así como este se ubican en las selvas y bosques, numerosos ejemplos. 

            El creacionismo, en cualquiera de su clasificación, pretende con su “toque” de divinidad, dar explicaciones científicas de detalles en la naturaleza, apartando las dotes de la ciencia para su correspondiente explicación. Cuando se trata de atacar con argumentos pseudocientíficos a la teoría de la evolución, pareciera que un número de religiones se pusieran de acuerdo. Sin embargo, lo preocupante no es tanto su ofensiva, en las corte han perdido, sino que estudiantes o las personas están a favor de estos supuestos. Seguramente, por su masivo arraigo cultural, como lo reportan las investigaciones.

            “El ascenso del creacionismo es política, simple y llanamente; representa                     un punto (y de ninguna manera el más preocupante) del derecho           evangélico resurgente. Los argumentos que parecieron locos hace sólo            una década, han vuelto a entrar a la corriente del pensamiento actual.”

            Gould, menciona que se presentan dos puntos generales del ataque básico de los creacionistas. Uno de ellos es, “juegan sobre el malentendido vernáculo de la palabra “teoría” para llevar a la falsa impresión que nosotros los evolucionistas estamos encubriendo el centro podrido de nuestro edificio”. Y, el otro “ellos abusan de una filosofía de la ciencia muy popular para argumentar que ellos se comportan científicamente a la hora de atacar a la evolución.” Aún así, como el propio Gould y otros autores resaltan, la fe en si misma no es ciencia, y por tanto el denominado “creacionismo científico” es una falacia, que solo sirve con objetivo políticos.

            Si bien los creacionistas quieren apelar al pronunciarse sobre la Evolución como si fuera solo una mera teoría, para argumentar su esfera de conocimiento acerca del mundo de la diversidad de las especies en la tierra. No es suficiente puesto que, la Evolución como lo menciona Gould es un hecho y también una teoría. Vale decir, no expresan el mismo significado. <<Los hechos son los datos del mundo. Las teorías son las estructuras de ideas que explican e interpretan los hechos>>. Aquí, donde los creacionistas ven discordia, pelea, confusión, controversia, los científicos ven discusión de teorías para explicar los datos del mundo o del universo, sin recurrir a un ente todopoderoso.

            Gould destaca tres argumentos generales a favor de la evolución, a saber: <tenemos abundante, directa y observable evidencia de la evolución en acción, tanto del campo como del laboratorio; que la imperfección de la naturaleza revela evolución; las transiciones son frecuentemente encontradas en el registro fósil>. Cada uno de estos argumentos está respaldado por numerosa evidencia. 



Fuente: Stephen Jay Gould, “Evolution as Fact and Theory,” May 1981; from Hen’s Teeth and Horse’s Toes, New York: W. W. Norton & Company, 1994, pp. 253-262.

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